Lo que iba a ser un fin de semana de descanso en una casa rural en un pueblecito de Catalunya, se convirtió, además, en la oportunidad de conocerte y abrirte paso a una nueva vida.
Ese fin de semana celebrábamos un cumpleaños y llegamos a casa con un 'regalo' más.
Unos relajados días de excursiones y buena comida acompañad@s de un pequeño que no se despegó de nosotr@s desde que nos vio.
Sospecho que a partir de entonces (por segunda vez) vuelvo a creer en los ‘flechazos’ o en las vibraciones entre seres vivos sin importar la especie.
Pequeño y frágil, bebías agua de una piscina y siempre parecías tener hambre… :(
Nuestro primer encuentro fue cenando, cuando te acercaste a pedirme comida y sin darme cuenta te tenía encima de mi. No impedí que subieras a la mesa y comieras. (No es lo más higiénico, pero es lo que hay).
Tomamos una reconfortante infusión delante de la chimenea mientras dejabas que te acariciáramos. Parecía que nos pidieras “¡quédate conmigo!”.
Llegó la hora de dormir y vimos que tenías tu sitio: un enorme y mullido cojín donde pasabas las noches.
Pero nos seguiste al vernos que nos predisponíamos ir a la habitación.
No podías acceder a las habitaciones del hotel; ¿aunque sí al comedor?
El día siguiente te busqué, y ahí estabas. Jugando y correteando por el jardín con una carita de hambre...
Te ofrecí un poco de comida que llevábamos para la excursión y seguía dándome una pena horrorosa verte en esas condiciones…
Llegó el día de irnos y no te vi.
Pensé “Si no le veo de nuevo, es que no tiene que venir con nosotr@s”.
En el último momento apareciste a mis pies y me miraste maullando como diciéndome “¿Me llevas contigo por favor?” Fue tu última palabra y la decisión unánime de llevarte conmigo.
La casa rural la cerrarían en un par de meses a causa del frío del invierno y tu destino, según nos contaron, era la perrera dónde estaban tus hermanos.
Tu nombre emite la fuerza y personalidad que te caracteriza y evoca el recuerdo de donde viviste tus primeros dos meses: Cruscat (en honor al volcán de la Garrotxa de dónde te recogimos).
Peshiosho.
ResponderEliminar¿Verdad? Es él :)
ResponderEliminarSi que es guapo. Y es asombroso como surgen las cosas en esta vida. Que apareciese en tu camino y que el destino hiciera que no perdiera su oportunidad de vivir contigo. Me alegra mucho. Es un precioso gato afortunado y seguro que tú también.
ResponderEliminarEsa última foto, es una belleza.
Besos.
un gat
ResponderEliminarNo és només un gat, Fan. És un company, un amic, un membre de la familia. ;)
ResponderEliminar¡Exactamente!
EliminarSí Alberto, estoy completamente segura de que no hay casualidades; y como bien dices, el destino hizo que nos encontráramos. :D
ResponderEliminarGracias y hasta pronto.